De
cómo don Quijote cayó malo y su muerte:
"Las
misericordias (…) son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien,
como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya libre y claro, sin
las sombras caliginosas de la ignorancia que sobre él me pusieron mi amarga y
continua leyenda de los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus
disparates y sus embelecos, y no me pesa sino que este desengaño ha llegado tan
tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa leyendo otros que
sean luz del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de muerte: querría hacerla de
tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala, que dejase
renombre de loco; que, puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad
en mi muerte".
(...)
En fin,
llegó el último de don Quijote, después de recibidos todos los sacramentos y
después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de
caballerías. Hallóse el escribano presente y dijo que nunca había leído en
ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiese muerto en su
lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual, entre
compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero
decir que se murió.
(…)
Déjanse de
poner aquí los llantos de Sancho, sobrina y ama de don Quijote, los nuevos
epitafios de su sepultura, aunque Sansón Carrasco le puso este:
Yace aquí el hidalgo fuerte
que a tanto estremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte
que a tanto estremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte
Tuvo a todo el mundo en poco,
fue el espantajo y el coco
del mundo, en tal coyuntura,
que acreditó su ventura
morir cuerdo y vivir loco
fue el espantajo y el coco
del mundo, en tal coyuntura,
que acreditó su ventura
morir cuerdo y vivir loco
---------------------------------------------------------------------------------------------------
El experto en ironías e historias rocambolescas, deja su aventura vital, divertida y llena de permanentes arrebatos, acompañado de sus fieles amigos, el bachiller, el médico, el ama, el cura, su sobrina y Sancho Panza.
Ya que sabe la verdad, que se ha recuperado de su locura ¿Qué imagen tendrá ahora de la Tierra y de este mundo, en su cabeza febril de hombre moribundo? Si es capaz de ver con claridad, ¿No es momento también de disculparse ante tanta atrocidad y barbarie cometida? Si no esa así, parece que aún delira.
Es la fecha de quemar los libros de caballerías que han hecho tanto daño. Haremos una gran hoguera para que ardan y la avivaremos con el viento.
Ya llegó la ocasión, de no leer más y de no volver a escuchar las tristes historias de los falsos caballeros. De no darles más la oportunidad de causar estragos y enfermedades, en cuerpo y en mente. Por salud y por piedad. ¿No ha sido ya suficiente con las desdichadas aventuras vividas? ¿No hay bastante ya con llevar elementos humanos vitales a la tumba? ¿No hay suficiente escarmiento? No habrá más acercamiento a unos libros tan traicioneros .Solo el azar fue el que hizo llegar hasta los corazones tergiversadas las aventuras. Es hora de quitarle el poder que uno mismo ha dado a falsos ídolos caballerescos y a las palabras rimbombantes, en las que nunca se vio una pretensión real de dar cordura a la historia, sino de hacer enloquecer más si cabe y de provocar miedo.
No se olvidaran sus andanzas, aunque el mundo lo perdona por sus agravios. Solo falta que lo perdone Dios. Le llevaremos flores de plástico de las que aporrean. Que descanse en paz.