miércoles, 13 de febrero de 2013

Del Amor



Reflexiono esta semana como no podía ser de otra manera, sobre uno de los temas universales sobre el que han escrito de forma reiterada y vehemente poetas, filósofos y escritores varios, de muy diversa índole y catadura. El AMOR.
Hay quien para escribir sobre este tema  lo vive y aplica de experiencias propias, y también quien se nutre de ajenas, o con vívida imaginación se lo inventa, porque sobre esta cuestión hay muchos largos cuentos de los que acaban con perdices, o no.
Para tratarlo recurro a Stehdhal  escritor francés y filósofo del siglo XIX que hizo una catalogación de tipos de amor. Parece que desde el punto de visto amoroso fue un hombre lleno de musas y amantes que lo inspiraban para su literatura.

Consideraba que existían 4 tipos: el amor-placer, el amor-físico, el amor-vanidad y el amor-pasión.

El amor-Placer: Es como un amor galante con buenas maneras y refinamiento pero sin enamoramiento verdadero. Del que el autor hace una mención escueta.
Del amor-físico decía Stendhal: “Yendo de caza, hallar una hermosa y fresca campesina que huye por el bosque. Todo el mundo conoce el amor fundado en esta clase de placeres; por muy árido y poco afortunado que sea ese carácter, se comienza por ahí a los dieciséis años”.
Creo que la escena que relata refleja perfectamente lo que Stendhal quería decir.
El amor-vanidad es amar a alguien que es muy deseado por los demás, este es el criterio. El hecho de conquistarlo acrecienta la vanidad del conquistador. Es un amor Don Juanesco, narcisista y falso. Donde el amante se ama más a sí mismo y es el reto de conquistar lo que le atrae, que se hace más interesante cuanto más difícil se lo ponga el objeto amado.
Pero donde Stendhal hace el relato más extenso es en su definición de amor-pasión: Que es un amor idealizado. Donde al objeto amado se le atribuyen ese cúmulo de virtudes que lo hacen objeto de admiración. Sólo nos enamoramos de aquello que se nos representa como el ideal de la  perfección. A esto se le llama cristalización:
"Si se deja a la cabeza de un amante trabajar durante veinticuatro horas, resultará lo siguiente. En las minas de sal de Salzburgo se arroja a las profundidades abandonadas de la mina una rama de árbol despojada de sus hojas por el invierno; si se saca al cabo de dos o tres meses, está cubierta de cristales brillantes; las ramillas más diminutas, no más gruesas que la pata de un pajarillo, parecen guarnecidas de infinitos diamantes, trémulos y deslumbrantes: imposible reconocer la rama primitiva. Lo que yo llamo cristalización es la operación del espíritu que en todo suceso y en toda circunstancia descubre nuevas perfecciones del objeto amado".

Ortega y Gasset en su estudio sobre el amor hablaba también de esta catalogación de Stendhal y decía sobre el amor-pasión lo siguiente:

"Nos enamoramos cuando sobre otra persona nuestra imaginación proyecta inexistentes perfecciones. Un día la fantasmagoría se desvanece, y con ella muere el amor. Esto es peor que declarar, según viejo uso, ciego al amor. Para Stendhal es menos que ciego: es visionario. No sólo no ve lo real, sino que lo suplanta".

Es un amor falso. Como un falso ídolo.
Y como basado en idealización, admiración irreal hecha por la mente, en cuanto se percibe la verdadera personalidad del sujeto amado, como dicen en el cuento: El Príncipe se convierte en rana y con ello acaba el encantamiento.

¿No concebía por tanto Stendhal un amor distinto basado en realidades?
¿Fue esta su experiencia autobiográfica sobre el amor porque sufrió desengaños?
Parece que sí que fue una experiencia, la que inspiró su obra “Del Amor".

Con lo cual se dejó en el tintero otros muchos “tipos de amor”. Del que se podrían hacer sus correspondientes catalogaciones. Casi hay tantos como personas. Y algunos parecen de Verdad y no de plástico.
Ya Ortega y Gasset nos hablaba del –Amor- distinguiéndolo del –Enamoramiento-.
Si hablamos de Amor, con sus defectos, quizás sea el que se acerca a lo cotidiano, y coge carrerilla con el tiempo, aunque tenga sus vaivenes y sus momentos críticos, que al superarlos, dan lugar a una elevación de Amor en toda regla.

(...)Como si de un sortilegio se tratase
Veo el Amor en sus pupilas glorioso
A veces luce ese cariño gozoso
Otras sin embargo es efímero en su base

Son días tan sólo de volatilidad
Donde abunda el anhelo
Y acuciantes quehaceres que priman con celo
Marcan la cotidianeidad

Si, veo el amor en sus pupilas glorioso
Cada día hasta el dulce postre ávido
Incluso en el antigripal de limón acido
Y en cada espera de semáforo en rojo

Porque sin preguntar se burla de la prisa
y aún con anhelos de mundo
No se idolatra con sorna o risa

Ya estamos en el acto segundo
De esta obra financiada con Visa
Y eso… no es tan profundo

Me refiero a esa felicidad hipotecada
Donde nos atrapan con perfiles engañosos
Donde si rascas no hay nada

pero yo, veo el Amor en sus pupilas glorioso
(…)

(Trozo de un poema suelto dedicado, que se ha caído
 del techo de la redacción de este escrito)

Y Benedetti, poeta sencillo y directo, sobre Enamorarse escribía:

Enamorarse y no

Cuando uno se enamora las cuadrillas
del tiempo hacen escala en el olvido
la desdicha se llena de milagros
el miedo se convierte en osadía
y la muerte no sale de su cueva
enamorarse es un presagio gratis
una ventana abierta al árbol nuevo
una proeza de los sentimientos
una bonanza casi insoportable
y un ejercicio contra el infortunio
por el contrario desenamorarse
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.

Y sobre el Amor Benedetti escribió:
Te quiero

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos…


Ilustración de Majofa


Ilustración de Majofa


Ilustración de Alfredo Piermattei



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